miércoles, noviembre 07, 2012

Sístole y diástole

Uno de sus mayores deseos era diseccionar una rana viva solo para presenciar la belleza de un corazón palpitante, así que no tuvo ningún remordimiento al cazar y atar a aquel pobre animal, para luego abrirlo cuidadosamente con su afilado bisturí y sin ningún tipo de sedante.

Al ver tal fenómeno quedó fascinado por completo. El corazón de la rana latía demasiado cerca, demasiado rápido, tal vez por el dolor y el temor. Sin embargo, como es natural, el latido de la rana lentamente decayó. ―Que espectáculo tan efímero pensó un poco decepcionado nuestro espectador, y se apresuró a buscar otro animal que pudiera soportar más, y así volver a ver semejante maravilla por más tiempo. Acababa de surgir un psicópata.


lunes, octubre 08, 2012

Tripas (Guts) por Chuck Palahniuk

Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: ingenio de escalera. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera… mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.

Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.

La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.

El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.

Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.

Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos. Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba bucear por perlas.

Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre. Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.

La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, a través de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.

Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar… pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.

Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y manís. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.

No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, manís y arvejas.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y manís que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

¿Ven contra lo que estoy luchando?

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.

Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda… aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tenés que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si querés besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.

Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima… la necesito como necesito dientes en el culo.

Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.

Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrió el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro…”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Ustedes, tomen aire ahora.

Yo todavía no lo hice.

jueves, agosto 23, 2012

Infarto

Ella sintió que su pecho sangraba... se miró la camiseta, se revisó el pecho y nada. Pero ella lo sentía y todos pensaron que estaba loca, desequilibrada, que lo imaginaba...

Así que, plenamente convencida  de que todo estaba en la mente y que los demás tenían la razón, se fue a dormir esa noche de lluvia y frío, y nunca más despertó.


lunes, agosto 20, 2012

Olvido

Un hombre espera silenciosamente sentado frente a su computadora. Espera algún mensaje, alguna publicación, alguna señal de vida. Se aburre.

El hombre se muerde el labio por la ansiedad. Va a la cocina y toma agua, sale a caminar, regresa, y vuelve a conectarse para esperar.

Y así por cinco años, cinco largos años. Hasta que olvida porqué ha estado sentado por tanto tiempo frente a esa fría pantalla, pero no es capaz de despegarse de ella.


Del otro lado de la calle, está su corazón escribiéndole. 


domingo, agosto 12, 2012

viernes, agosto 10, 2012

Desespero

A las 7:30 p.m., todas las noches en la Ronda del Sinú, se sienta una mujer en una de las bancas, comiendo dos helados, uno en cada mano, mientras observa abstraída el oscuro río y las débiles luces de la otra orilla que en él se reflejan. La mujer se queda sentada solo por el tiempo que dure en acabarse el helado de la mano izquierda. El de la mano derecha siempre lo desecha, a veces por la mitad, a veces completo. 

De todos los que pasan, pocos son los que creen que esa mujer no está loca. A ella parece no importarle mucho las burlas y los comentarios que a veces escucha, pues cree fervientemente que esa acción, la de los helados, la hace feliz y especial en este mundo, en el que es muy difícil ser especial por algo. 

Entonces esa mujer, se levanta de la banca a las 7:50 p.m. siempre, y se va caminando hasta su casa, que queda relativamente cerca de la Ronda, a pesar de que el sector es solitario e inseguro. A ella no le importa, y llega a su casa sana y salva a las ocho en punto, siempre, y siempre se lava los pies y se va a dormir quince minutos después. Así es esa mujer, y así se siente feliz, y todas las noches se acuesta con una sonrisa, pensando en los buenos sueños que quiere tener. 

Esta noche sueña que es un ratoncito que juguetea en la cocina de la casa de sus padres, y el ratoncito-mujer es feliz asaltando la despensa y formando un gran alboroto entre los platos. En su sueño piensa en lo feliz que se siente al ser un ratón, y en lo especial que es, porque hasta ahora no ha conocido a alguien con un sueño tan raro como el suyo. El ratoncito-mujer se emociona cada vez más, hasta que, por esas cosas del control de plagas, su cola se queda pegada en una de las trampas con pegamento industrial que la gente hastiada de los ratones, coloca en cada esquina de la cocina. Entonces le entra un desespero inimaginable, y en el intento de despegar la cola, se le quedan pegadas las patas traseras. ¡Desdicha la mía! piensa, pero no está resignada a dejarse vencer aún. 

Tiene las patas delanteras libres, así que intenta con todas sus fuerzas arrastrarse hasta la puerta para poder escapar, despertar o lo que sea que tenga que hacer para salir del problema. Pero, en su afán y locura, o por cosas del sueño, no encuentra ninguna puerta, así que empieza a arrastrar la trampa por toda la cocina, mientras siente como su piel se estira hasta creer que se despellejará en cualquier momento. Entonces, viendo negro su destino, empieza a llorar y a chillar la mujer que soñó con ser un ratón, y a sus lamentos, alguien responde encendiendo la luz de la cocina: ―¡Un ratón! grita un viejo con ronca voz, y le asesta un golpe en la cabeza al desconsolado ratón pegado miserablemente en la trampa. 

En cualquiera de las otras noches, la mujer hubiese despertado angustiada, tocándose la cabeza y dándose cuenta de que todo fue una vil pesadilla. Pero esa mujer quería ser muy especial, y que muerte más especial que esa.


martes, agosto 07, 2012

30 años de casados

Las dificultades aceleran nuestra madurez”   leyó en la puerta de aquel almacén, mientras caminaba rumbo a su casa.

Dejó las bolsas en la mesa del comedor, organizó la comida enlatada por color y tamaño, metió las frutas en la nevera, y limpió los platos de la noche anterior. Fue a la sala, se acomodó en su sillón favorito y justo cuando empezó el partido, escuchó un molesto ruido de fondo: era otra vez la cantaleta de su mujer.

Sin mediar palabra, como siempre, como el zombi en el que se había convertido, imaginó que era capaz de coger la escopeta que guardaba en la cocina y zamparle un tiro en la boca a esa mujer tan escandalosa. El solo pensamiento lo hizo feliz.

Y ganó su equipo.


lunes, julio 30, 2012

lunes, julio 16, 2012

Miércoles

Estoy en mi apartamento leyendo el periódico, y en cualquier momento, sin motivo alguno, siento la necesidad de levantarme y empiezo a caminar dubitativamente hacía una ventana abierta. 

. . . 

Miro a través de ella, y veo otra ventana muy cerca a la mía, pero aquella está protegida con grandes barrotes de hierro. Detrás de ellos hay una mujer muy hermosa que tiene la piel azul cielo y el cabello castaño. Ella sonríe al verme.

. . . 

Ella me muestra sus tetas, de pezones azules también, me deja tocarlos y besarlos. Me pongo duro y ella lo nota. Entonces, me invita a su casa mientras extiende su mano para agarrarlo. Pero yo siempre me quedo ensimismado pensando en aquellos barrotes, en su encierro, en su falsa sonrisa, en sus ojos ansiosos… 


―Interesante…― Le interrumpe el médico.

―¿No me cree, Doctor? ¡Ella existe! ¡¿Por qué no me cree?!

―Claro que le creo, Sr. Fernández, claro que le creo― afirma el médico ―Pero ya se acabó nuestro tiempo por hoy, le recomiendo que descanse...


El médico sale de la oficina, se dirige a la enfermera y le indica: ―Súbale la dosis de clozapina a 3 veces al día… ¿Me entendió? Tres pastillas por día…



martes, julio 10, 2012

Martes

Alex estaba frente al espejo esa mañana, mirando fijamente sus ojos mientras peinaba su larga cabellera. La música de fondo inundaba toda la habitación, y ella no podía evitar cantar  ♪ ♫  ♪ ♫ "Ooh here she comes... Watch out boy she'll chew you up... Ooh here she comes... she's a maneater... ♪ ♫ ♪ ♫

Entonces, moviendo la cadera al ritmo de la canción, atravesó su habitación. Abrió el primer cajón de la mesa de noche, ahí no estaba. Abrió el segundo, sacó el revolver y disparó en su sien. Al otro lado de la habitación, pegado en la pared, quedó un trozo de cerebro del que también salía música...


domingo, julio 08, 2012

Lunes

En el cine, en la última silla de la fila A, frente a esa gran pantalla con película romántica incluida, muere una mujer de desamor.



domingo, julio 01, 2012

Domingo

Un hombre mira pensativo la ciudad, a través de la ventana de su apartamento, en el quinto piso de un edificio cualquiera, a las 9 p.m. de un domingo cualquiera. 

Su mujer, o bueno, no sabe realmente si es suya o no, está sentada en el sofá ojeando un libro. Sin mostrar mayor emoción, lee algún fragmento: ―“…El amor entre dos almas es eterno, y por ser eterno no se limita a esta vida, sino que reencarna junto con los amantes. Sin embargo, los que se aman no siempre cuentan con la fortuna de encontrarse en todas las vidas, llegando incluso a estar tan cerca sin saberlo…”― 

―El amor de mi vida fue abortado por su madre hace años, o tal vez ayer…
―¡El amor de tu vida soy yo!― responde enfadada la mujer. 

Él suspira, se vuelve violentamente y grita: ―¡No mujer, tú estás muy lejos de serlo! Me encantas, si, ¡pero estás muy lejos de serlo, zorra embaucadora!― Ella le cachetea indignada, y sale de su vida con un portazo a sus espaldas. Él se siente libre, poca gente, tal vez como basura, pero libre… 


―Amor ¿Qué te sucede?
―Nada mi cielo, solo imaginaba cosas.
―Entonces ¿soy o no soy el amor de tu vida?
―Claro que lo eres… y lo serás siempre… mi vida.
―¡Lindo!― Ella lo besa ―¿Qué película te quieres ver hoy?...


sábado, junio 30, 2012

Sábado

Ella era su voz, su fastidiosa voz. Me fastidiaba tanto el hecho de que se riera por todo y de todos. Sus inmensos ojos marrones también eran otro fastidio. Pero su voz era todo lo que no podía soportar.

Lo admito, maté a una persona, la maté por sus ojos y su voz. Hundí mis dedos en su cara y golpee su cabeza contra el piso hasta que su cráneo cedió. La sangre no tardó en salir, y aunque su olor me provocaba nausea, eso no fue motivo suficiente para aplacar la ira que sentía por ella. Hundí su cráneo, arranqué su piel con mis uñas, y en ese solo instante de la vida sentí la paz más absoluta. Vomité en su cara.

No hubo remordimientos del tipo “que hice”. No. Ya nunca más escucharía su voz en las madrugadas y eso me hacía sentir feliz.

Fui al espejo, y ahí estaba ella en mí.



viernes, abril 06, 2012

Viernes

7:00 a.m. suena el despertador y Ella extiende su ciego brazo en busca de él. Se levanta con las ojeras más marcadas que de costumbre, va a la cocina, abre la nevera y toma un vaso de agua. Enciende el primer y único cigarro del día. Prepara un sándwich, lee las noticias, toma café. Se siente tan bien el aroma de café… 

Ya en su carro, rumbo a la oficina, coloca alguna canción para desestresarse en el trancón. Lo primero que suena es Something in the air” de David Bowie, y una sonrisa muy tímida aflora de su boca: ―Así que hoy es el turno de Bowie―. Ella se siente un ciudadano común, sin muchas pretensiones, que ha esperado este viernes toda la semana, como todas las semanas, para poder salir a tomarse unas frías con las amigas. Hoy todos los sueños de viajar al exterior a ‘perfeccionar’ su inglés, todo el trabajo y todos sus problemas quedarán aplazados momentáneamente. Hoy se siente especialmente coqueta y sensible, hoy es un buen viernes, hoy la cerveza será más rica.

5:05 p.m. mira ansiosa el reloj, las uñas, la computadora, y las puntas de su cabello ―Tengo el cabello reseco―. Suena el celular, número desconocido, una voz de hombre le avisa que se acaba de ganar algo. 

Lentamente la incredulidad da paso a la esperanza. Ella, que nunca se había ganado nada en su vida, de pronto empieza a preguntarse ¿y por qué no? La voz de Bowie suena en su cabeza, sumergiéndola en esa sensación de seguridad, de especialidad, de que por primera vez el universo conspira a favor… No se da cuenta del momento en que empieza a hablar con tanta familiaridad que da miedo. Sus compañeros la observan atónitos mientras baja corriendo las escaleras, claramente ya no es ella. Él, el hombre de Tigo, le pregunta sobre sus proyectos con el dinero que se acaba de ganar, le sugiere ir con la tarjeta débito al cajero más seguro y cercano, y no hablar con el taxista por que hay que ser desconfiados. Ella comenta lo mucho que necesita el dinero, los 8 meses de trabajo sin vacaciones, los problemas de salud, las deudas, y la sorpresa que le va a dar a sus amigas cuando les cuente. Ella se siente tan confiada, tan esperanzada que quiere creer que ella, una persona más del montón, por fin había tenido un poco de suerte. Él sólo se limita a repetirle que este premio es gracias a Dios, y que a Dios es que debe darle las gracias por semejante regalo.

Llega al cajero, inserta la tarjeta, y con una expectativa desbordante, revisa el saldo. Aún no ha llegado su dinero. Él se ha mantenido charlando todo este tiempo, le explica con una voz profunda y calmada que como es viernes y ya son casi las 6 de la tarde, es normal que la transacción se demore un poco, así que colgará no sin antes sugerir que pase por la oficina principal de Tigo a primera hora del sábado. Ella un poco nerviosa, con la férrea convicción de que todo es cierto, regresa por sus cosas a la oficina y vuelve a revisar su saldo después de las 6 p.m. 

6:35 p.m. entra a la página del banco, clic en transacciones banca persona, ingresa los datos... Una crisis de angustia, poco aire, duele el pecho, se derrumba, se lleva las manos a la cabeza, la gente corre para auxiliarla...

jueves, marzo 29, 2012

Jueves

Ella se levanta a las 9 de la mañana con los ojos rojos y el cuerpo adolorido, luego de dos horas de estar escuchando el despertador a lo lejos. Va a la cocina, coloca una rebanada de queso en una tajada de pan untada con margarina, y lo mete en el microondas por 30 segundos mientas se prepara una frescavena de fresa (Bendito sea el microondas –piensa). Come su deficiente desayuno mientras ve su imagen en un televisor viejo y apagado. Realmente no le gusta la televisión, no porque vuelva estúpida a la gente, sino porque no existe la manera de no hacer zapping, y eso le pone ansiosa. Cuanto mayor es la variedad de canales, la gente es más inconforme –cree. 

Lava el plato, el vaso, el cuchillo y la cuchara que utilizó. Se quita la tanga en la cocina, el camisón en el pasillo, se recoge el cabello frente al baño y entra a la ducha descalza. A veces canta, pero hoy es jueves, y los jueves se cuenta las pecas. Hace tres jueves que la cifra se mantiene constante: 105 pecas en el cuerpo, sin contar los lunares y las manchas alrededor de los ojos. 

Enciende la radio, Angel” (de Hendrix) resulta ser la primera canción del día, y la del resto del día. Mientras se viste, piensa y baila, canta a ronca voz y los vecinos se quejan. “Esa gentesita…” dice Ella con desprecio, imaginando que dicho sentimiento es mutuo. 

Ya en la calle, con los zapatos bien puestos y medio ciega por el sol, va pensando en todas las cosas que tiene que hacer en el día, y en que otra vez va tarde, aunque deteste ser impuntual. Así que opta por caminar más rápido, tan rápido que sus pies dejan de tocar el pavimento. Desea volar… y de repente sus brazos se vuelven anormalmente largos mientras se llenan de finas plumas, y se despliegan de ellos dos alas azules, enormes, hermosas y fuertes que seguramente le permitirán llegar más rápido a todas partes sin pagar los $ del bus. 

Así que llega puntual a su cita. 11 a.m. todo un record. Sonríe. Entra despacio, se sienta frente a la puerta 205, y espera pacientemente. 11:10… aún no escucha su nombre, entonces se impacienta. 

Por fin se abre la puerta y la invitan a pasar, tan cortésmente que es imposible no sospechar. Ella, un poco nerviosa y otro poco a la expectativa, se sienta cuidadosamente frente al escritorio. Él, del otro lado, con una voz calmada, amable pero analítica, hace el recuento de la historia que tiene en sus manos, de los ‘ires y venires’ en los últimos dos años, de todas las pastillas que se ha debido tragar cada 6-8-12 horas, entre tantas otras cosas. Ciertas preguntas rondan su cabeza entretanto, ansiedad probablemente, pero Ella no se quiere adelantar a los hechos. Él la mira fijamente, respira profundo, bla bla bla metástasis bla bla bla bla…

Sobrenadante

Sobrenadante es un líquido que queda sobre un precipitado despues de un proceso de centrifugación, o un proceso de decantación. También es un juego obvio de palabras y significados. Es aparentar no tener nada, y ser la fase más importante en algunos casos. O bien, es la fase desechable, en el caso de que a la gente le interese solo el precipitado.

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