viernes, abril 06, 2012

Viernes

7:00 a.m. suena el despertador y Ella extiende su ciego brazo en busca de él. Se levanta con las ojeras más marcadas que de costumbre, va a la cocina, abre la nevera y toma un vaso de agua. Enciende el primer y único cigarro del día. Prepara un sándwich, lee las noticias, toma café. Se siente tan bien el aroma de café… 

Ya en su carro, rumbo a la oficina, coloca alguna canción para desestresarse en el trancón. Lo primero que suena es Something in the air” de David Bowie, y una sonrisa muy tímida aflora de su boca: ―Así que hoy es el turno de Bowie―. Ella se siente un ciudadano común, sin muchas pretensiones, que ha esperado este viernes toda la semana, como todas las semanas, para poder salir a tomarse unas frías con las amigas. Hoy todos los sueños de viajar al exterior a ‘perfeccionar’ su inglés, todo el trabajo y todos sus problemas quedarán aplazados momentáneamente. Hoy se siente especialmente coqueta y sensible, hoy es un buen viernes, hoy la cerveza será más rica.

5:05 p.m. mira ansiosa el reloj, las uñas, la computadora, y las puntas de su cabello ―Tengo el cabello reseco―. Suena el celular, número desconocido, una voz de hombre le avisa que se acaba de ganar algo. 

Lentamente la incredulidad da paso a la esperanza. Ella, que nunca se había ganado nada en su vida, de pronto empieza a preguntarse ¿y por qué no? La voz de Bowie suena en su cabeza, sumergiéndola en esa sensación de seguridad, de especialidad, de que por primera vez el universo conspira a favor… No se da cuenta del momento en que empieza a hablar con tanta familiaridad que da miedo. Sus compañeros la observan atónitos mientras baja corriendo las escaleras, claramente ya no es ella. Él, el hombre de Tigo, le pregunta sobre sus proyectos con el dinero que se acaba de ganar, le sugiere ir con la tarjeta débito al cajero más seguro y cercano, y no hablar con el taxista por que hay que ser desconfiados. Ella comenta lo mucho que necesita el dinero, los 8 meses de trabajo sin vacaciones, los problemas de salud, las deudas, y la sorpresa que le va a dar a sus amigas cuando les cuente. Ella se siente tan confiada, tan esperanzada que quiere creer que ella, una persona más del montón, por fin había tenido un poco de suerte. Él sólo se limita a repetirle que este premio es gracias a Dios, y que a Dios es que debe darle las gracias por semejante regalo.

Llega al cajero, inserta la tarjeta, y con una expectativa desbordante, revisa el saldo. Aún no ha llegado su dinero. Él se ha mantenido charlando todo este tiempo, le explica con una voz profunda y calmada que como es viernes y ya son casi las 6 de la tarde, es normal que la transacción se demore un poco, así que colgará no sin antes sugerir que pase por la oficina principal de Tigo a primera hora del sábado. Ella un poco nerviosa, con la férrea convicción de que todo es cierto, regresa por sus cosas a la oficina y vuelve a revisar su saldo después de las 6 p.m. 

6:35 p.m. entra a la página del banco, clic en transacciones banca persona, ingresa los datos... Una crisis de angustia, poco aire, duele el pecho, se derrumba, se lleva las manos a la cabeza, la gente corre para auxiliarla...

No hay comentarios:

Publicar un comentario