Un hombre mira pensativo la ciudad, a través de la ventana de su apartamento, en el quinto piso de un edificio cualquiera, a las 9 p.m. de un domingo cualquiera.
Su mujer, o bueno, no sabe realmente si es suya o no, está sentada en el sofá ojeando un libro. Sin mostrar mayor emoción, lee algún fragmento: ―“…El amor entre dos almas es eterno, y por ser eterno no se limita a esta vida, sino que reencarna junto con los amantes. Sin embargo, los que se aman no siempre cuentan con la fortuna de encontrarse en todas las vidas, llegando incluso a estar tan cerca sin saberlo…”―
―El amor de mi vida fue abortado por su madre hace años, o tal vez ayer…
―¡El amor de tu vida soy yo!― responde enfadada la mujer.
Él suspira, se vuelve violentamente y grita: ―¡No mujer, tú estás muy lejos de serlo! Me encantas, si, ¡pero estás muy lejos de serlo, zorra embaucadora!― Ella le cachetea indignada, y sale de su vida con un portazo a sus espaldas. Él se siente libre, poca gente, tal vez como basura, pero libre…
―Amor ¿Qué te sucede?
―Nada mi cielo, solo imaginaba cosas.
―Entonces ¿soy o no soy el amor de tu vida?
―Claro que lo eres… y lo serás siempre… mi vida.
―¡Lindo!― Ella lo besa ―¿Qué película te quieres ver hoy?...
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