lunes, julio 16, 2012

Miércoles

Estoy en mi apartamento leyendo el periódico, y en cualquier momento, sin motivo alguno, siento la necesidad de levantarme y empiezo a caminar dubitativamente hacía una ventana abierta. 

. . . 

Miro a través de ella, y veo otra ventana muy cerca a la mía, pero aquella está protegida con grandes barrotes de hierro. Detrás de ellos hay una mujer muy hermosa que tiene la piel azul cielo y el cabello castaño. Ella sonríe al verme.

. . . 

Ella me muestra sus tetas, de pezones azules también, me deja tocarlos y besarlos. Me pongo duro y ella lo nota. Entonces, me invita a su casa mientras extiende su mano para agarrarlo. Pero yo siempre me quedo ensimismado pensando en aquellos barrotes, en su encierro, en su falsa sonrisa, en sus ojos ansiosos… 


―Interesante…― Le interrumpe el médico.

―¿No me cree, Doctor? ¡Ella existe! ¡¿Por qué no me cree?!

―Claro que le creo, Sr. Fernández, claro que le creo― afirma el médico ―Pero ya se acabó nuestro tiempo por hoy, le recomiendo que descanse...


El médico sale de la oficina, se dirige a la enfermera y le indica: ―Súbale la dosis de clozapina a 3 veces al día… ¿Me entendió? Tres pastillas por día…



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